jueves, 2 de diciembre de 2010

Mente y Corazón

Me levanto. Miro por la ventana. ¡Está todo blanco! Pero…no ha nevado. Me doy cuenta de que sigo en la cama, lo blanco está solo en mi mente. No hay nada, solo paz. No veo nada dentro de mí. Me relajo. Qué bonito es a veces perder la memoria por unos instantes para que deje de doler. Pero, ¿qué es eso que suena? Pom pom, pom pom…Otra vez ese corazón insensato. ¡Vete! Me haces ser débil. Yo solía ser fuerte; sobrevivía a mis propias luchas internas y sabía afrontar las externas. Pero me haces sentir y darme cuenta de que puedo tocar, oler, saborear, oír…pero no puedo ver, no puedo ver porque me ciega la ausencia de lo que pienso cuando lo blanco desaparece y comienza a teñirse de azul oscuro, casi negro. Y ya no sé diferenciar la realidad de los sueños. Incluso a veces no sé si toco de verdad o solo sueño. Suele pasarme.
Siento tan fuerte que todo parece estar pasando en el preciso instante en el que hago uso de mi desvariada imaginación, hasta que de repente, cojo una bocanada de aire inmensa que llega hasta mi cerebro, dándole oxígeno y dejándole volver a lo que no estaba pasando, esta vez meditando, intentando ser consciente de la realidad, esa realidad que solo me abandona cuando desvarío, cuando emborracho mi mente de locura e impido dejarla hacer su trabajo, cediéndole el primer puesto a mi más amado enemigo, corazón.
Medito sobre situaciones del pasado, sobre las actuales, y sobre mis propósitos para el futuro y me pregunto: ¿Estoy haciendo realmente lo que quiero? O simplemente… ¿sueño tanto que creo que lo estoy haciendo y por eso dejo de esforzarme?
Tengo que encontrar el sitio en el que está mi felicidad… tiene que estar por algún lugar de mi mente, últimamente atontada y sin reservas. No puedo dejar que el corazón haga todo el trabajo, confuso para mí si no dejo actuar a la mente. Debo aprender a fusionar mi cuerpo, pero me resulta difícil incluso en estos momentos, en los que siento que ya no sé ni escribir.
No sé si mi problema es la falta de autoestima, o simplemente una realidad dolorosa.
Pero, ¿quién sabe? A lo mejor todo esto solo es otro sueño acomodado en lo más profundo de mí y puede que ahora coja aire de nuevo y ni siquiera sepa de qué trata el párrafo borroso que hay en la pantalla de mi ordenador. ¿Cómo se da cuenta uno de que lo que está viviendo no es un sueño del que tarde o temprano va a despertarse? ¿Cómo saber diferenciar la realidad de la placentera sensación que da imaginar lo que uno quiere?..y en ese caso, ¿cómo puedo aprender a usar mente y corazón de una forma sensata si ni siquiera sé como separar lo anterior?
Hasta cuando estoy completamente convencida de algo, aplastan los sentimientos a los pensamientos, cogiéndoles ventaja, y creándome confusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario